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Disfunción eréctil

página de filosofía de jesús ángel martín

materiales didácticos

la motivación:

 


motivación y conducta

autoayuda: tus zonas erróneas


 

 

            Vamos a estudias algunas áreas del comportamiento que son importantes y que suelen plantear conflictos motivaciones, por lo que están muy relacionadas con la frustración:

 

 

         1. El hambre y la alimentación.

 

            La mayoría de nosotros tiene garantizada su alimentación diaria; por eso sabemos que comer es algo más que acumular combus­tible para el cuerpo. La mayoría de las sociedades han desarro­llado diversos rituales en torno a la comida; ésta puede simbolizar amor, una obligación social o ser un signo de opulen­cia... La manera de comer refleja, en parte, nuestra manera de ser y algunas actitudes hacia nosotros mismos.

 

         ¿Cómo se desarrolla en nuestro cuerpo la necesidad de comer? El mecanismo seguramente es el mismo aunque la intensidad del hambre sea distinta: una de las señales del hambre es la presencia de contracciones estomacales, una de las causas parecía ser el bajo nivel de glucosa en la sangre; pero estudios más recientes, con diabéticos (enfermedad causada por un trastorno que impide trasformar el azúcar en energía por los bajos índices de insulina) ha demostrado que las contracciones que producen el hambre están relacionados con los cambios en los niveles de insulina que se producen en el organismo (Rodin 1.983). Esta es la razón por la que comer dulces antes de comer puede prepararnos para tener hambre, mientras que comer fruta puede producir el efecto contrario, ya que la fructosa eleva muy poco los niveles de insulina por lo que enseguida produce sensación de saciedad.

 

            El término obeso se emplea cuando se supera en el 20 por ciento el peso ideal; un peso excesivo puede provocar diversos problemas de salud, como enfermedades coronarias, alergias, etc. Aproximadamente un 30 por ciento en hombres y casi un 50 por ciento en mujeres se conside­ran con peso excesivo. Por esa razón la obesidad puede convertirse, además, en un problema psicológico debido a la rigidez de las normas estéticas de nuestra sociedad.

 

            Algunos autores defiendes que la tendencia a comer más de lo necesario es resultado de un logro evolutivo de nuestros antepasados, que al acumular grasas se preparaban para la escasez. Sin embargo la mayoría de nosotros no nos volvemos obesos: tendemos a llegar a un nivel de peso y mantenernos él con ligeras variaciones. Ello se debe a que en nuestro organismo existe un punto óptimo que sirve para indicarnos cuándo hemos de dejar de comer. Los investigadores han demostrado con animales que el sistema que controla este "punto óptimo" se halla en el núcleo ventromedial del hipotálamo, ya que los animales a los que se estirpaba esa zona tendía a engordar. Del mismo modo, en el hipotálamo lateral hay otra zona cuya estirpación ocasiona que los animales dejen de comer hasta niveles anormalmente bajos.

 

            El punto óptimo se puede modificar: los regímenes de adelga­zamiento suelen conseguir que la persona eleve este punto y llegue a engordar más cuando deja el régimen. Las sensaciones agradables asociadas a la comida, como olores o sabores también lo aumentan; las drogas, como las anfetaminas o la nicotina, lo disminuyen, pero sólo mientras se consumen...

 

            Uno de los motivos para comer es el placer que experimenta­mos al hacerlo, debido a las cualidades sensoriales de los alimentos. Parece que tenemos predisposición por los sabores dulces. Recibimos esas sensaciones en el hipotálamo lateral a través del nervio trigémino. Un grupo de ratas a las que se le seccionó este nervio dejó de comer. Un grupo de obesos a los que se les permitió comer cualquier cantidad de comida pero sólo en un alimento semilíquido y sin sabor redujo su dieta de 3.000 a 500 calorías espontáneamente.

 

         También respondemos a indicadores externos en nuestras prácticas alimenticias. Hasta ahora hemos hablado de indicadores internos. Los indicadores externos se hallan fuera de nuestro organismo: la hora del día, la propaganda, los olores y la presentación de la comida, etc. Varios estudios han mostrado que los obesos se dejan influir más por este tipo de indicadores.

 

         Algunos trastornos de la conducta alimenticia. Además de la obesidad, que puede ser un peligro para la salud cuando es exagerada, los dos tipos de trastornos más frecuentes en los últimos tiempos son la  anorexia nerviosa, que consiste en la inanición voluntaria, y la bulimia, por la que el individuo come grandes cantidades y luego se purga. No sabemos la causa exacta de estas dos últimas enfermedades, pero parece que están relacio­nadas con la delgadez como modelo estético de belleza. Existen indicios de que ambas se relacionan con la depresión y que, además, la anorexia puede tener una base fisiológica. Son enfermedades que, por lo general, se dan en mujeres. En los anoréxicos existe una imagen distorsionada del cuerpo y normal­mente aparecen ciertos síntomas asociados, como la hiperactivi­dad, la desaparición de la menstruación, o la aparición de una capa de bello corporal... La bulimia se da más en jóvenes que están a menudo deprimidos. Algunas veces se dan alteraciones físicas como la pérdida del cabello o alteraciones gástricas. Dependiendo del grado de la enfermedad pueden conservar el peso normal o padecer anorexia. Estos enfermos tienden a ocultar su problema hasta que éste adquiere proporciones exageradas. Esta práctica afecta aproximadamente a un 5 por ciento de la pobla­ción.

 

 

         2. La sexualidad.

 

            Los trabajos sobre sexualidad no aparecen hasta mediados de siglo. Fueron William Master y Virginia Johnson quienes llevaron a cabo los estudios más exhaustivos (1966) sobre la conducta sexual, identificando cuatro etapas en la respuesta sexual; se basaron en el control de la vasodilatación (aumento del flujo de sangre en determinadas zonas por la dilatación de los vasos) y la miotonía (contracciones musculares en los genitales u otras zonas). La primera fase  la denominaron de Excitación, caracteri­zada por el aumento de la lubricación y de volumen de los órganos sexuales; aumenta el pulso y la tensión arterial... Se llega a la fase de meseta cuando la vasodilatación alcanza el nivel máximo; la respiración, el pulso y la tensión arterial continúan aumentando. El orgasmo se caracteriza por la aparición de una serie de contracciones en los órganos pélvicos; en el varón sucede la eyaculación y en la mujer se contrae el útero. En la fase de resolución el organismo vuelve al estado de reposo; después de él el varón entra en un período refractario, en el que no puede tener ni erección ni orgasmo y que puede durar desde algunos minutos a un día. En las mujeres esta fase de resolución es más larga, sobre todo si han sido excitadas y no han consegui­do el orgasmo; en ellas no se da el período refractario, por lo que pueden tener varios orgasmos a continuación. Además del coito se puede conseguir el orgasmo mediante la estimulación manual de las zonas erógenas, dependiendo de los casos y de las personas.

 

         ¿por qué se activa el deseo sexual? Hay una influencia recíproca entre la fisiología y el aprendizaje. A nivel fisioló­gico son las hormonas las principales causantes del deseo sexual; entre los andrógenos -hormonas sexuales masculinas- la testoste­rona ha sido la más estudiada; cuando sus niveles son altos el varón está más dispuesto para le relación sexual. También hay testosterona en el cuerpo de la mujer; se ha comprobado que las mujeres con mayores índices de testosterona tienen más actividad sexual y disfrutan más. En la adolescencia los niveles de esta hormona aumentan y es cuando los chicos empiezan a masturbarse. Las hormonas sexuales femeninas son el estrógeno y la progestero­na. El estrógeno ha sido relacionado con la excitación femenina; sus niveles aumentan una vez cada ciclo coincidiendo con la liberación del óvulo, es decir, cuando la mujer es fértil; en la mayoría de los animales las hembras sólo permiten la relación sexual en este período. A nivel fisiológico se ha comprobado la influencia de ciertos fármacos en las relaciones sexuales. En general se ha observado que los medicamentos disminuyen el deseo o la capacidad para alcanzar el orgasmo; lo mismo sucede con la mayoría de las drogas ya que alteran la producción natural de hormonas o interfieren en el sistema nervioso autónomo, bloquean­do la recepción de los estímulos que nos permitirían dar una respuesta sexual normal. La mayor parte de estos problemas remiten al dejar de tomar las drogas.

 

            También los estímulos exteriores activan el deseo sexual. Desmond Morris indicó que la sexualidad se activa el recibir "señales de sexo"; indicadores de los masculino y lo femenino, como los caracteres sexuales, o bien indicadores culturales, como la forma de vestirse, etc. No sabemos con certeza por qué unas características físicas o unas personas nos atraen y otras no. En general tendemos, cuando nos sentimos atraídos sexualmente, a mantener contacto visual, después físico, hasta llegar a la relación sexual. Los seres humanos somos capaces de pensamiento simbólico, por lo que la activación sexual también puede llegar por esta vía. Se ha comprobado que este tipo de estimulación (li­teratura, fantasías, etc,) afecta más a las mujeres. También se ha demostrado que la exposición a este tipo de estímulos aumenta la liberación de hormonas sexuales.

 

            El aprendizaje juega un papel importante en la conducta sexual (incorporación del rol propio de género, etc.) de manera que se ha observado que los monos que de pequeños no tienen relación con otros de su misma edad, cuando son adultos, sienten atracción sexual pero no saben qué hacer para llegar a una conduc­ta sexual apropiada. La personalidad también influyen en la conducta sexual. Eysenck demostró que los extravertidos acarician más, tienen más relaciones sexuales, intentan más postu­ras diferentes en el coito y están más satisfechos que los introvertidos. Lo atribuyó a que los introvertidos son más inhibidos y asocian el placer sexual con los sentimientos de culpabilidad.

 

            Respecto a la conducta homosexual no hay una respuesta clara; en general sólo se considera un trastorno cuando se trata de individuos que desean se heterosexuales. Entre las posibles causas algunas teorías piensan en la existencia de algún factor genético o algún desequilibrio hormonal. Otras teorías señalan como posibles causas la existencia de una madre dominante y un padre débil. Actualmente se defiende la idea de que confluyen muchas circunstancias, unas fisiológicas y otras relacionadas con el ambiente y el aprendizaje.

 

 

         3. La agresión.

 

            La agresión es una conducta destinada a dañar a alguien o algo que nos rodea. A veces este comportamiento desemboca en violencia, que tiene un carácter más destructivo. Pero lo normal es que el impulso agresivo se quede en mera rivalidad u hostili­dad manifestada sólo a nivel verbal.

 

            Algunos autores defienden que la agresividad es un logro evolutivo que se dan por igual en los animales y que se manifies­ta cuando los individuos compiten por un bien escaso, como las hembras o los alimentos. Sin embargo el hecho de que algunos individuos o culturas enteras no desarrollen estas prácticas sugiere la influencia de aspectos no heredados. De cualquier forma se ha observado que la estimulación de algunas áreas del cerebro aumenta la agresividad (es el caso de Charles Witman, un joven introvertido que mató a 14 personas e hirió a 24, antes de que él recibiera la muerte a manos de la policía; dejó una carta en la que narraba los dolores de cabeza y los impulsos agresivos que había padecido con anterioridad. La autopsia reveló un tumor en el lóbulo temporal); igualmente se ha relacionado la agresividad con los niveles de testosterona, aunque no está claro si el proceso es inverso: que la agresividad estimule la producción de testosterona (como aumenta la serotonina en el macho que consigue el control de un grupo de monos). El aumento de la irritabilidad en la mujer justo antes de tener la menstruación también va acompañado de alteraciones hormonales (aumento del estrógeno y disminución de la progesterona). Otros estudios han mostrado que la agresividad aumenta cuando aumentan las cantidades de norepinefrina -un neurotrasmisor- en el cerebro; lo mismo cuando disminuye el azúcar en la sangre o cuando se consume alcohol.

 

            En general los aspectos biológicos estudiados lo que hacen es rebajar el umbral para expresar la agresividad; pero ésta es siempre una respuesta a un estímulo. Las situaciones desencade­nantes suelen ser frustraciones, evaluaciones negativas o insultos. En la agresividad juega un importante papel el aprendizaje. Se ha descubierto que los padres de niños agresivos son menos cariñosos y tolerantes, menos hogareños, castigan violentamente a los hijos y, ene general, les prestan poco apoyo. Las expectativas con respecto a los hijos e hijas también influye. Pero la influencia mayor es la de la TV. Las estadísti­cas revelan que un niño normal puede haber visto, entre los cinco y los quince años, más de 13.000 actos violentos en televisión. La TV influye de dos maneras: los niños imitan lo que ven pero también proyectan los valores que trasmite la tele, llegando a considerar la agresión como la conducta apropiada. En general son más agresivos los niños que más televisión ven, que a su vez son los que más se identifican con personajes agresivos de la misma. Los pedagogos aconsejan a los padres que limiten el número de horas de tele para sus hijos y que dialoguen con ellos sobre lo que ven cuestionando ese tipo de conducta.

 

 

         4. Activación y Curiosidad.

 

            Desde niños tenemos tendencia a la curiosidad. La activación es un estado fisiológico que nos capacita para procesar informa­ción, para reaccionar frente a una emergencia o para experimentar diversas emociones. La capacidad para procesar información depende del estado de alerta; cuando estamos distraídos no procesamos bien la información; por eso tenemos que releer varias veces un párrafo antes de darnos cuenta de que estamos demasiado cansados.

 

            En estado de activación moderado nuestro encefalograma muestra picos rápidos, cortos y regulares; también hay un aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, más liberación de glucosa y, en general, mejor disposición orgánica para un gasto de energía, reacciones controladas por el sistema nerviosos autónomo. Estos proceso se controlan desde la formación reticular, que controla los niveles de alerta y sueño: el estímulo externo llega a la formación reticular, que activa la corteza y otras áreas, como el hipotálamo, que controlan las respuesta automáticas descritas anteriormente.

 

            Los seres humanos nos sentimos más a gusto con unos niveles moderados de activación; que el potencial activador no sea tan alto como para ponernos nerviosos ni tan bajo que nos adormile­mos (Cfr. el procesamiento de información en el arte). Este potencial es subjetivo, dependiendo del aprendizaje y la capacidad personal de procesar los distintos tipos de informa­ción. Además hay diferencias individuales, relacionadas con la herencia, respecto al grado de activación que resulta agradable: hay personas que por naturaleza buscan la paz y la tranquilidad, mientras otras podrían denominarse "buscadoras de sensaciones". Generalmente el rendimiento es mejor en niveles moderados de activación: cuando estamos nerviosos disminuye el rendimiento; igualmente cuando estamos agotados. Los niveles de activación están en relación directa con las características del estímulo. Se puede decir que a mayor activación mayor rendimiento, pero sólo hasta cierto punto; superado éste un exceso de activación interfiere el rendimiento. Generalmente elegimos tareas que nos proporcionen niveles óptimos de activación, pero estos niveles varían según los individuos.

 

            La gente necesita la estimulación sensorial y encuentra inaguantable la privación prolongada de sensaciones, como se demostró en la Universidad de DcGill con varios estudiantes que fueron introducidos en una cámara aislante de estímulos sensoria­les. También se ha descubierto que la privación de sensaciones puede mejorar algunas respuestas, como distinguir rápidamente señales visuales o acústicas o mejorar algunos procesos cogniti­vos, como memorizar.

 

 

         5. Conducta de Logro.

 

            Entre los procesos motivacionales que caracterizan a los humanos hay que citar la conducta de logro, que, como otras admite notables diferencias individuales: unos buscan los mejores rendimientos en lo que hacen mientras otros se contentan con hacerlo. La necesidad de logro se mide con TAT (Test de Apercep­ción Temática), que también se emplea como test de personalidad, con una variante que mida las imágenes o palabras de logro que el sujeto emplea en sus historias al ver las láminas. La necesidad de logro no siempre va unida a un determinado tipo de personas sino que puede aparecer en personas con distinto estilo de comportamiento.

 

            Cuando se da a elegir a las personas entre tareas fáciles, difíciles o moderadas suelen elegir aquellas tareas que sean suficientemente complejas para no resultar aburridas, pero no tan difíciles que puedan impedir su realización con la consiguiente frustración; pero la elección depende de la persona, de sus posibilidades y de la seguridad que ésta tenga en sí misma. Las personas optimistas suelen elegir tareas más difíciles. La necesidad de logro parece parcialmente heredada, aunque la educación y las influencias recibidas en la infancia condicionan esta necesidad: los individuos no ganadores tienden a pensar que no tienen habilidades y esto condiciona su necesidad de logro, cayendo así en un círculo vicioso; igualmente las mujeres, influidas por el aprendizaje, manifiestas en el TAT menor necesidad de logro, aunque también puede ser debido a las consecuencias negativas que para ellas puede tener el éxito profesional en su vida privada.

 

            No se sabe si la necesidad de logro afecta por igual a todas las actividades ni si se mantiene a lo largo de la vida, aunque parece que no. La necesidad de logro también tiene que ver con el miedo al fracaso. Quien tiene un excesivo miedo al fracaso elige tareas de moderada dificultad.

 


 

DYER, Wayne W.

TUS ZONAS ERRÓNEAS

(antología)

 

 

ADIÓS A LA IRA

 

La ira es inmovilizante y por lo general proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes a lo que realmente son.

 

Lo más posible es que seguirás sintiendo rabia, irritación y desilusión, ya que el mundo no será nunca como tú quieres que sea. Pero la ira, esa respuesta emocional tan perjudicial, puede ser eliminada.

 

Porque la ironía de la ira es que nunca logra cambiar a los demás: sólo consigue intensificar el deseo de la otra persona de controlar a la persona enfada.

 

Cada vez que eliges enfadarte debido al comporta­miento de otra persona, la estás privando de su derecho de ser lo que ella escoja. Dentro de tu cabeza está la frase neurótica: «¿Por qué no eres más parecido a mí? Entonces te querría y me gustarías en vez de enfadar­me».

 

La ira o un nuevo enfoque que te ayude a eliminar la necesidad de la ira.

 

Puedes aprender a evitar que el comportamiento y las ideas de otra gente tengan el poder de perturbarte y moles­tarte.

 

Es imposible enfadarse y reírse al mismo tiempo. La rabia y la risa se excluyen mutuamente y tú tienes el poder suficiente como para escoger cualesquiera de las dos.

 

Que escojas o la rabia o la risa no importa mucho, salvo que la primera colmará tus momentos presentes de tristeza y la segunda de alegría.

 

La ausencia de risa es un indicativo patológico.

 

 

ALGUNAS DE LAS CAUSAS MÁS COMUNES DE LA IRA

 

·           La ira en el coche. Los conductores le gritan a los demás motoristas por casi todo.

·           Ira por el desorden o la desorganización de los demás.

·           Puedes utilizar la ira para manipular a los que tienen miedo. Esto es efectivo con los que son más jóvenes o más pequeños, física o psicológicamente.

 

 

ALGUNOS PROYECTOS QUE PUEDEN SERVIR PARA REEMPLAZAR LA IRA

 

·           Tratar de postergar la ira.

·           No trates de engañarte a ti mismo diciéndote que disfrutas de algo que en realidad te es desagradable. Algo puede desagradarte sin que por ello te tengas que enfadar.

·           Trata de acordarte en el momento en que te enfades que los demás tienen derecho a ser lo que escogen ser, que tu exigencia de que sean diferentes sólo logra prolongar tu ira. Trabaja para lograr permitirle a los demás el derecho a sus propias elecciones así como insiste en tu propio derecho a la libre elección.

·           Ten conciencia de que todas las cosas en las que crees serán desaprobadas por el cincuenta por ciento de las personas.

·           Trata de no esperar demasiado de los demás. Cuando dejas de tener expectativas, dejas de esperar lo que muy bien puede ser imposible y dejas de enfadarte si no lo consigues.

·           Recuerda que los niños son siempre activos y bulliciosos y que no sacarás nada enfadándote. Y si puedes ayudar a que los niños hagan elecciones cons­tructivas en otras áreas, no podrás nunca alterar su naturaleza básica.

·           Ámate a ti mismo. Si lo haces, no te sobrecargarás de un sentimiento que resulta tan destructivo para tu persona.

 

La ira se entromete en nuestro camino. No vale para nada, no es beneficiosa para nada. Como todas las zonas erróneas, la ira es un medio que sirve para usar elemen­tos externos a ti a fin de explicar cómo te sientes. Olvídate de los demás. Haz por tu cuenta tus propias elecciones y no permitas que éstas estén empañadas por la ira.

 

 

RETRATO DE UNA PERSONA QUE HA ELIMINADO TODAS SUS ZONAS ERRÓNEAS

 

En primer lugar, y esto será lo más evidente, verás que es gente que disfruta de virtualmente todo lo que les brinda la vida; gente que se siente cómoda haciendo cualquier cosa y que no pierde el tiempo quejándose o deseando que las cosas fueran de otra manera.

 

La gente sana y realizada está libre del sentimiento de culpa y de toda la ansiedad que se produce cuando se usan los momentos presentes inmovilizándose por hechos que sucedieron en el pasado.

 

Nada de lamentos por lo que pasó y nada de esfuerzos por lograr que otros escojan la culpa haciendo preguntas tan vanas como «¿Por qué no lo hiciste de otra manera?» o «¿.No te avergüenzas de ti mismo?».

 

Igualmente la gente libre de zonas erróneas no se atormenta con preocupaciones. Algunas circunstancias que a otras personas podrían llegar a enloquecerlas apenas si afectan a estos individuos. No son ni planifica­dores del futuro ni ahorradores para el futuro.

 

Esta gente vive ahora en el presente y no en el pasado o en el futuro. No se sienten amenazados por lo desconocido y buscan nuevas experiencias que no les son familiares. Les encanta la ambigüedad. Disfrutan del ahora en todas las ocasiones convencidos de que es todo lo que tienen. No hacen proyectos para un acontecimiento futuro dejando que pasen largos períodos de inactividad mientras esperan este acontecimiento.

 

Esta gente tan sana es notablemente independiente. Es gente que se encuentra fuera del nido, y aunque puede sentir gran amor por su familia y estar muy ligados a ella, piensan que la independencia es más

importante que la dependencia en todas las relaciones humanas. Saben apreciar muy bien su propia independencia.

 

Sus relaciones humanas se basan en el respeto mutuo al derecho que tiene el individuo a tomar sus propias decisiones. El amor de esta gente no lleva implícita la imposición de los valores propios en el ser amado.

 

Encontrarás muy poca búsqueda de aprobación entre estos individuos felices y realizados. Son capaces de funcionar sin la aprobación y el aplauso de los demás.

 

Saben reír y hacer reír. Descubren el humor en casi todas las situaciones y se pueden reír de los aconteci­mientos más absurdos lo mismo que de los más serios y solemnes.

 

Son gente que se acepta a sí misma sin quejas. Saben que son seres humanos y que serlo implica ciertos atributos humanos.

 

Jamás se quejan de cosas que no pueden cambiar como olas de calor, tormentas eléctricas o el agua fría.

 

Son también capaces de apreciar lo que ya no tiene interés para otros.

 

Para esta gente, un problema es realmente sólo un obstáculo que hay que vencer y no un reflejo de lo que ellos son o dejan de ser como personas.

 

Otra característica de estos individuos en pleno fun­cionamiento es la honestidad. Sus respuestas no son evasivas ni pretenden mentir respecto a ninguna cosa.

 

Esta gente no culpa a los demás. La orientación de su personalidad es interna y rehúsan responsabilizar a los demás por lo que ellos son. Por lo mismo, no pierden mucho tiempo hablando de los demás, ni están obsesio­nados por lo que los otros hacen o dejan de hacer. No hablan de la gente; hablan con ella. No culpabilizan a los demás;

 

Para esta gente, la organización es simplemente una manera útil de actuar y no un fin en sí misma.

 

No se sienten nunca superiores ni actúan como si lo fueran, alardeando de sus méritos para que otros los aplaudan. Aprenden de los niños, de los corredores de la bolsa y de los animales. Quieren saber más sobre lo que significa ser un herrero o un cocinero, una fulana o el vicepresidente de una corporación.

 

No tienen miedo al fracaso. No equiparan el éxito en una empresa con el éxito como ser humano. Puesto que su autovaloración les viene del interior, pueden observar los acontecimientos externos objetivamente y pensar sencillamente que son eficientes y positivos o ineficien­tes y negativos. Saben que el fracaso es sólo un índice de la opinión de otra gente y no hay que tenerle miedo puesto que no puede afectar su autovaloración.

 

“Nada hace que la felicidad sea más inalcanzable que tratar de encontrarla.”

 

Si usas tus momentos presentes para aumentar al máximo la plenitud de tu realización, serás una de esas personas y no un simple observador. Es una idea maravillosa: estar libre de zonas erróneas. Puedes hacer esa elección ahora mismo, si escoges hacerla.